CUIDADOS PODOLÓGICOS EN EL CAMINO DE SANTIAGO
Con la llegada del buen tiempo, las rutas de peregrinación del Camino de Santiago alcanzan su punto álgido. El cuidado podológico es lo más importante para disfrutar de la ruta y poder superar las etapas con éxito sin padecer las temidas ampollas que puedan alterar la experiencia.
Para hacer más llevadero el camino, sobre todo con el aumento de la temperatura durante los meses de Primavera y Verano, os dejamos una serie de recomendaciones para evitar las lesiones más frecuentes en los pies durante la realización del Camino de Santiago por sus diferentes rutas de peregrinación.
Durante las semanas previas a la realización del camino es recomendable acudir al Podólogo para que ponga nuestros pies a puntos, el realizará una revisión de los pies observando que el corte de las uñas sea correcto y en caso de tener durezas y/o callosidades procederá a su eliminación.
Calzado. Es fundamental elegir el calzado acorde al terreno por el que vamos a transitar, caminos de Santiago hay muchos y cada uno tiene una orografía. El calzado debe ser ligero, transpirable e impermeable. Evitar estrenar calzado. Evitar el uso de botas de montaña si el camino transcurre principalmente por asfalto o pistas forestales. Es importante llevar unas chanclas para la ducha para evitar coger infecciones.
Calcetines. Los calcetines son de vital importancia, éstos deben de ser de material sintético (tipo Coolmax o similar), deben de ser transpirables y sin costuras. Evitar calcetines de algodón, ya que suelen hacer arrugas favoreciendo la aparición de las temidas ampollas. Llevar calcetines de repuesto y si se superan las 4/5 horas de etapa cambiarlos.
Hidratación. Hidratar convenientemente la piel las semanas antes de realizar el camino y la noche antes de cada etapa con crema o vaselina en función del grado de sequedad de la piel. Evitar poner crema entre los dedos.
Sudoración. Si se padece hiperhidrosis o exceso de sudoración, usar productos antitranspirantes o secantes para evitar el exceso de humedad, ya que la humedad aumente el riesgo de aparición de ampollas y de infecciones.
Protección. Si por la estructura o morfología de nuestros pies tenemos algún tipo de deformidad (juanetes,dedos en martillo,huesos prominentes), es conveniente protegerlos con apósitos antes de cada salida para así disminuir el roce y la fricción de la zona.
Tras las etapas es conveniente lavar los pies con agua fría o con sales calmantes para que baje el hinchazón y tras secar concienzudamente los pies dar un ligero masaje con crema hidratante, vaselina o crema relajante.
¿Qué hacemos si nos sale una ampolla?
Si seguimos todas las recomendaciones anteriores, minimizaremos el riesgo de aparición de ampollas, pero en caso de que aparezca debemos hacer lo siguiente:
- Si tenemos una pequeña rozadura, aplicar un apósito que actúe como segunda piel para evitar la aparición de la ampolla.
- Si se nos ha formado una ampolla lo primero es sacar todo el líquido que lleve dentro, para ello debemos utilizar una aguja estéril para pinchar y drenar todo el líquido. Aplicar un antiséptico tipo povidona yodada o clorhexidina y tapar con gasa estéril y esparadrapo y esperara a que seque. Una vez seco poner un apósito que actúe como segunda piel y no retirar hasta que no se caiga por sí solo. Nunca retirar la piel de la ampolla, ya que ésta es una defensa natural contra infecciones y rozaduras.
Con todas estas recomendaciones, esperamos que disfrutéis de vuestro camino.
Todo esfuerzo tiene su recompensa, y esa recompensa sabrá mejor con unos pies sanos.